viernes, 2 de noviembre de 2012

Mientras tú emborronabas partituras yo freía las patatas…


La música se escuchaba desde la cocina, no encendía nunca el extractor, prefería tener la ventana abierta aunque hiciese frío, como ahora. La ventana de la cocina daba a un patio interior por el que subía el olor de la cena de los vecinos y sus conversaciones a gritos. Nosotros teníamos la suerte o la desgracia de vivir en el último piso de un edificio sin ascensor, cuando subíamos la compra no nos gustaba nada, pero nos encantaba saltar al saliente del tejado en las noches de verano y ver las luces de la ciudad.

Ahora estaba haciendo tortilla de patata para cenar, mi tortilla te gustaba por encima de todas las cosas que cocinaba en esa cocina sacada de cuéntame, y me la pedías siempre. A mi no me importaba pasarme una hora ahí metida, normalmente me ponía esa música que a ti no te gustaba especialmente, pero hoy estabas haciéndolo bonito, muy bonito, más que otras veces y no pude evitar mover la cabeza al son de lo que tocabas con la guitarra una y mil veces.

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