martes, 23 de octubre de 2012

Lucha de gigantes


El veranillo de San Miguel siempre es bonito, te da esa tranquilidad absoluta de poder sentarte en una terraza al sol de las doce de la mañana para tomarte una cerveza mientras el este te calienta la cara. Y eso hacíamos un miércoles cualquiera, me gustan mucho los miércoles ¿por qué? No lo sé, pero ahí están entre el odioso martes (porque los martes son como los lunes, odiosos) y los fabulosos jueves desde los que le ves las orejitas al viernes.

Ahí estábamos en una terraza al sol de la ciudad, con nuestras cervezas, tu camisa azul de cuadros y mi jersey de lana rosa. Yo fumaba mientras leía el periódico empezando por detrás, manías que tiene una, mientras tú sólo cerrabas los ojos mirando al sol. En esa pequeña plaza el silencio era casi sepulcral, sólo escuchábamos la conversación de las dos señoras de la mesa de al lado que tomaban café con las bolsas de la compra junto a sus pies. Parece increíble lo cerca que estábamos del centro de la ciudad, apenas unos minutos andando y nos plantábamos en la gran vía….

Tus dedos tamborileaban sobre la mesa, yo dejaba el crucigrama del periódico a medio terminar para escribir en una servilleta ‘mis tonterías, para hacer tu risa estallar’  que después escondí en uno de los bolsillos de la chupa de cuero que tenías colgando en el respaldo de la silla.

Abriste los ojos, giraste la cabeza para  mirarme, y yo sonreí antes de volver al crucigrama.