martes, 19 de abril de 2011

Todos queríamos ser extraordinarios

Noto que ha refrescado pero no me importa estar en camisón mientras me fumo el último cigarro del día que más bien puede parecer el primero. El viento mueve mi pelo y huelo el humo, inevitablemente me viene a la mente tu imagen con una cerveza en una mano y un cigarro en la otra, hace apenas diez minutos que te he dejado abajo y me parece una eternidad.
Me siento  frente al minibar con las piernas cruzadas  a lo indio, veo la mini botella de vino y sonrío de medio lado, lleno la copa y apoyo la espalda en la cama mientras suspiro de frustración.  Imagino que estás conmigo, a mi lado, sentado en la alfombra con la cabeza apoyada en mis piernas frías, bebiendo los dos de la misma copa, comentando las anécdotas de la noche y planeando el viaje del día siguiente. Si, yo confiaba en que subieras a mi habitación, no que te quedaras como hiciste…
Todos queríamos ser extraordinarios , podías hacer algo por volver

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