Calor de ese sofocante que caracteriza a esos días veraniegos en los que me tumbaba en el suelo de baldosas vetadas en gris con los vaqueros deshilachados cortados por mi misma con los que enseñaba más pierna de lo normal y una camiseta blanca con volantes en el cuello.
El pelo siempre recogido en una coleta de la que colgaba un lazo azul cielo. Recuerdo esa sensación del suelo frio bajo mi cuerpo mientras leía cualquier libro que caía en mis manos metiéndome tanto en la historia que contaba que no me daba cuenta de lo que pasaba a mi alrededor, no me daba cuenta de que el sol había dado paso a una tormenta de verano de esas que envuelven las seis de la tarde en un tono gris plomizo, no me daba cuenta de que tu habías entrado en la habitación y no me daba cuenta de que el lazo azul cielo de mi pelo ahora estaba bailando en el ventilador…
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