Capuccino en mano me dispongo a cruzar esa gran calle. En esta ciudad parecen no existir los semáforos y está todo lleno de pasos de peatones que los conductores se pasan por el forro y tienes que arriesgar tu vida para cruzar de un lado a otro de la calle. Al principio me daba un poco de miedo , pero ya estoy hecha toda una experta y hasta bebo del vaso caliente mientras miro por encima a los conductores impacientes.
Siempre me ha gustado Roma, pasear por sus calles es toda una experiencia, mires donde mires ves arte o te trasladas inmediatamente a una película en blanco y negro. El aire romano es totalmente diferente al de cualquier ciudad del mundo, se siente diferente y se anda de forma distinta por sus calles.
Aquí parece que todo el mundo sale directo de un desfile de moda, con sus cinturones de marca, sus gafas de sol enormes y esas camisetas apretadas que llevan todos los hombres… también de marca claro. A mi me da igual ir en converse y vaqueros, me da igual que mi camiseta no sea de marca y también me da igual que mi bolso no pase de los quince euros, pero después de pasar unos días aquí te sientes totalmente romana desde que te sientas a tomarte tu café en la fontana di Trevi.
Tan sólo quería pasar en Roma mis vacaciones…. Por que aunque lo niegue soy una chica pop como ella, a la que le gustaría tener un solo día para hacer lo que me diese la gana subida a lomos de una vespa conducida por un señor alto, moreno y guapo que levantase la ceja con gracia.
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