- Estás horrorosa por la
mañana
- Vaya, hombre… gracias
Después de casi una hora
medio dormidos en la misma cama esas fueron las primeras palabras que cruzaron.
Ella notó como él se metía debajo de su edredón de flores, sin decir nada se
movió hacia la pared dejándole sitio en la cama. Ninguno de los dos volvió a
dormirse profundamente, entre sueños se movían, se acariciaban los brazos y se
tocaban el pelo. De vez en cuando uno de los dos abría un ojo y sonreía
tímidamente, como se sonríe cuando sueñas cosas bonitas, pero nadie hablaba, nadie
quería hacerlo.
‘Oniria e insomnia’ empezó
a sonar en el móvil que estaba en la mesita de noche, él sonrío de medio lado
mientras negaba con la cabeza, ella pasó sobre él arrastrándose para apagarlo,
se sentó en la cama poniéndose las gafas de miope y se peinó torpemente con las
manos, como si con esos movimientos el chico que tenía en la cama fuese a
desaparecer.
Con una melancolía digna
de las películas de ‘chico conoce a chica’ ella se puso una rebeca gris
mientras miraba por la ventana la ciudad en la que brillaba el sol de finales
del verano desde hacía horas. Probablemente más que intentar aclarar sus ideas
buscaba la forma de salir de la habitación sin torpeza, sin parecer una niña
tonta, pero no lo consiguió, las bragas azules de snoopy se lo impidieron.
Su máxima aspiración ese
día consistiría en no bajar la mirada al cruzarse con él en el pasillo.
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