martes, 11 de octubre de 2011

M

M y yo vivíamos en un piso en el centro de la ciudad, pequeño pero luminoso, con una habitación minúscula que tenía las paredes llenas de fotos en blanco y negro, un salón dominado por un tocadiscos en el suelo rodeado de montañas de vinilos y una gran cocina en la que pocas veces se cocinaba. Perfecto para dos.
M no era una persona normal, M era especial y todo el mundo lo sabía menos él. Era de esas personas que se pueden tirar horas paseando bajo el frio invernal de la gran ciudad detrás de una gran bufanda de lana gris, también podías encontrártelo en las cafeterías más insospechadas con un libro sobre la mesa y un café siempre caliente, por que él siempre ha sido de café ardiendo, le gustaba soplar la taza al acercársela a la boca y calentarse las manos con ella.
Todas las mañanas me despedía en pijama en la puerta de casa, con su pantalón  de rallas azules y su camiseta blanca me decía ‘que tengas un buen día’, con media sonrisa me daba un beso en la frente y yo me marchaba a clase. El dejó el colegio hacía mucho porque dijo que era caro y que todo lo que necesitaba saber se encontraba en los libros, en la calle y en las canciones… Esa era su filosofía de vida
Vivimos en una rutina nada rutinaria aquel invierno, los dos, solos, sin nadie que nos molestase en nuestra melancolía bohemia. Nos pasábamos horas tirados sobre la alfombra blanca de pelo del salón canturreando canciones en inglés haciendo sólo descansos para tomar café con galletas recién hechas. No teníamos televisión y por las noches nos escapábamos a los bares en los que algún intelectual medio loco recitaba poesía, después, al volver a casa nos parábamos en la misma plaza a fumarnos el último cigarro del día inventándonos  las estrellas detrás de las nubes grises de la ciudad.
Hasta que un día al volver de clase me lo encontré sentado en la mesa de la cocina mirando los viejos y descascarillados azulejos. Sus maletas descansaban junto a la puerta, me miró muy serio y sin ganas y yo sólo pude responder al silencio llorando, no podía parar de hacerlo. M me abrazaba y repetía una y otra vez ‘no te preocupes que esto pasará, mañana estarás bien’  y me cogía la cabeza y la metía en su jersey. Siempre recordaré el olor que tenía en aquel momento, todavía hoy después de tanto tiempo, al cerrar los ojos sentada en el suelo de aquella cocina que tantas cosas nos había visto hacer puedo recordarlo claramente con los vaqueros oscuros, las botas negras y la trenca azul marino arrastrando las maletas y sonriendo melancólicamente al cerrar la puerta

Pero nunca he estado sola y nunca más seremos dos

6 comentarios:

  1. Plasplasplasplasplas y así hasta el infinito.

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  3. por qué se fue? por lo menos se fue con el chaquetón!

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  4. se fue por que dijo 'sin mi estarás mejor', M era así, muy de hacer el indie

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  6. M era un poco de esos que hacen y dicen lo que es mejor para tí sin preguntarte :( conozco a un tipo así, S

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