El veranillo de San
Miguel siempre es bonito, te da esa tranquilidad absoluta de poder sentarte en
una terraza al sol de las doce de la mañana para tomarte una cerveza mientras
el este te calienta la cara. Y eso hacíamos un miércoles cualquiera, me gustan mucho
los miércoles ¿por qué? No lo sé, pero ahí están entre el odioso martes (porque
los martes son como los lunes, odiosos) y los fabulosos jueves desde los que le
ves las orejitas al viernes.
Ahí estábamos en una
terraza al sol de la ciudad, con nuestras cervezas, tu camisa azul de cuadros y
mi jersey de lana rosa. Yo fumaba mientras leía el periódico empezando por
detrás, manías que tiene una, mientras tú sólo cerrabas los ojos mirando al
sol. En esa pequeña plaza el silencio era casi sepulcral, sólo escuchábamos la
conversación de las dos señoras de la mesa de al lado que tomaban café con las
bolsas de la compra junto a sus pies. Parece increíble lo cerca que estábamos
del centro de la ciudad, apenas unos minutos andando y nos plantábamos en la
gran vía….
Tus dedos tamborileaban
sobre la mesa, yo dejaba el crucigrama del periódico a medio terminar para
escribir en una servilleta ‘mis tonterías, para hacer tu risa estallar’ que después escondí en uno de los bolsillos de
la chupa de cuero que tenías colgando en el respaldo de la silla.
Abriste los ojos, giraste
la cabeza para mirarme, y yo sonreí
antes de volver al crucigrama.
Me ha dado mucho mucho buen rollo este texto, y con muchas ganas de tomarme una cerveza al sol! "en un mundo descomunal, siento tu fragilidad."
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