En la posada del fracaso
ya es mayo, no hay hombres con traje gris y nadie saca calendarios del
bolsillo. La vida no pasa como un huracán, todo es lento, los minutos se hacen
eternos y las tardes heladoras bajo el edredón de flores son interminables.
Te acuerdas de cuando
abril era bonito, cuando hacía sol y las flores salían en el parque en el que
jugabas con un bocadillo de chorizo en la mano mientras saltabas a la cuerda
cantando una de esas canciones repetitivas. ¿Y ahora?
Ahora nos han robado
abril, el corazón lo tengo guardado en el primer cajón de la cómoda, ese que
casi no cierra por la cantidad de cosas inservibles que tiene dentro, es su
sitio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario