Se volvieron a ver después de casi un
año. Ella había estado en Nueva York, y Madrid ahora no le parecía
más que una capital de provincia que sólo tenía un Corte Inglés.
El retiro a sus ojos era como el parque del ayuntamiento de un pueblo
de Castilla la Mancha con tan sólo cien habitantes. Se había pasado
un año saliendo a correr por Central Park para desayunar en una
pequeña cafetería en la que te llenaban la taza con el café más
negro que había bebido nunca, y en la que tenían una tarta de
zanahoria alucinante. Había
tomado cerveza dentro de una bolsa de papel marrón en Union
Square y se había pasado todo diciembre viendo como la gente
patinaba en Rockefeller Center.Ahora,
verse sentada de nuevo en la plaza del Dos de mayo bajo el calor
agobiante de agosto le parecía lo peor del mundo. Ella que hasta
hacía poco habría dado su brazo derecho lleno de pulseras de
festivales por tener una terracita medio peligrosa con vistas a esa
plaza, sólo quería volver al apartamento de Brooklyn en el que se
creía Carre Bradshaw escribiendo de madrugada junto a la ventana,
pero sin Manolos de mil dolares.
Eso si, en Nueva York no había Estrella Galicia, ni bocadillos de calamares, pero las hamburguesas eran el doble de grandes que las de aquí, y en el super podías comprar sirope de chocolate en botes de cinco litros. Había engordado tanto que había decidido dejar de usar pantalones y sólo se ponía vestidos. Vestidos que había tenido que comprar porque no entraba en todos los de flores y lunares que tenía, y en Nueva York tampoco había Pepa Loves.Pensaba en el Nueva York que había dejado atrás mientras bebía cerveza, comía Doritos de los azules y sonreía a todos sus amigos. De repente llegó el que había sido Él durante mucho tiempo, se abrazaron fuerte, se dieron dos besos y se sentaron uno al lado del otro.
Después de una hora de risas, anécdotas, cervezas y aplausos él se acercó a su oído.
- Estás preciosa.
- No mientas, tengo el culo como Rusia y los mofletes más grandes que en toda mi vida.
- Te han crecido las tetas.
- Que idiota eres.
Ella sonrió y él la empujó suavemente con su hombro.
Siguieron riéndose durante horas y él volvió a acompañarla hasta la puerta de su casa. Se fumaron el último cigarro sentados en el portal, pero no se besaron como la última vez.
Eso si, en Nueva York no había Estrella Galicia, ni bocadillos de calamares, pero las hamburguesas eran el doble de grandes que las de aquí, y en el super podías comprar sirope de chocolate en botes de cinco litros. Había engordado tanto que había decidido dejar de usar pantalones y sólo se ponía vestidos. Vestidos que había tenido que comprar porque no entraba en todos los de flores y lunares que tenía, y en Nueva York tampoco había Pepa Loves.Pensaba en el Nueva York que había dejado atrás mientras bebía cerveza, comía Doritos de los azules y sonreía a todos sus amigos. De repente llegó el que había sido Él durante mucho tiempo, se abrazaron fuerte, se dieron dos besos y se sentaron uno al lado del otro.
Después de una hora de risas, anécdotas, cervezas y aplausos él se acercó a su oído.
- Estás preciosa.
- No mientas, tengo el culo como Rusia y los mofletes más grandes que en toda mi vida.
- Te han crecido las tetas.
- Que idiota eres.
Ella sonrió y él la empujó suavemente con su hombro.
Siguieron riéndose durante horas y él volvió a acompañarla hasta la puerta de su casa. Se fumaron el último cigarro sentados en el portal, pero no se besaron como la última vez.
So
maybe
I won't let your memory haunt me
I'll be sleepwalking
With the lonely
If you're taking me home
Tell me if I'm back on my own
Giving back a heart that's on loan
Just tell me if you wanna go home
Tell me if you wanna go home
Cause I'm just not sure
Tell me if I'm back on my own
I won't let your memory haunt me
I'll be sleepwalking
With the lonely
If you're taking me home
Tell me if I'm back on my own
Giving back a heart that's on loan
Just tell me if you wanna go home
Tell me if you wanna go home
Cause I'm just not sure
Tell me if I'm back on my own